Con el paso del tiempo su andar fue haciéndose un poco mas cansino, un día en vaya a saber que circunstancia perdió una de sus pinzas, su caparazón fue teniendo algunas rajaduras, pero ella seguía su camino, poco a poco, daba dos pasos adelante, uno atrás, cuando alguna sombra entorpecía el brillo del sol que tomaba en las rocas de la playa, raudamente se refugiaba dentro de su caparazón, y así transcurrían los días.
Un día mientras estaba echada en las piedras asoleándose como era su costumbre sintió unos ruidos, se preparo para meterse dentro de su caparazón pero espero un poco para saber qué era lo que escuchaba, no eran sonidos familiares, cada vez los escuchaba más cercanos, y su curiosidad cada vez iba más en aumento.
Por fin estuvo a la vista de sus ojos lo que producía ese sonido, era un animal, para ella gigantesco, pero que no la asustaba, al contrario, le pareció un buen animal, era lo que después supo, un caballo, de fina estampa y porte, con crines que volaban al viento, cuando fijo mas la vista, algo le llamo mucho la atención, sobre el lomo del caballo enredado en las crines había un cangrejo.

La suerte que tuvo nuestra cangreja en cuestión, fue que el caballo aminoro su galope y fue a frenar justo a los pies de las rocas donde ella estaba, el alazán se inclino a beber agua, eso hizo que ella quedara a la misma altura del lomo y pudiera entablar una conversación con el cangrejo, después de los saludos, nuestra cangreja le pregunto muy intrigada:
-¿Que es lo que haces subido en el lomo del caballo?
El cangrejo comenzó a explicarle que esa era la forma que había encontrado para poder avanzar más rápido y seguro hacia delante, hacia otros sitios
La cangreja lo miro con cierta mezcla de incredulidad, miedo, y una cuota de ilusión y le volvió a preguntar:
¿Pero no es demasiado arriesgado?
Él le replico: -Lo mismo de arriesgado que andar por la orilla o por las rocas.
Ella le contesto con una cierta duda:
- …Si claro. -
Y se quedo pensativa, con la mirada perdida en el horizonte.
El cangrejo le dijo:
-Porque no vienes conmigo, sobre el lomo del caballo cabemos los dos. -
Ella seguía mirándolo con un poco de miedo y duda,
- Me gustaría - le respondió - pero yo estoy ya muy herida, he perdido una pinza, tengo varias rajaduras en el caparazón, ¿Que voy a hacer adelante?
El cangrejo giro y le mostró a la cangreja que a él también le faltaba una pinza, y que el también tenía muchas rajaduras en su caparazón, pero le dijo:
-Hay que seguir, hay que vivir. -
