Ya no hay reflejos en los cristales,
ni sombras caminando a nuestro lado.
Se han diluido,
como las olas a la orilla del mar,
fundiéndose, absorbidas por la arena.
Entre tu noche y mi amanecer
solo se percibe el aleteo
de las gaviotas sobre el mar.
El sol despunta tímido en el horizonte,
mientras la luna encandila tu dormir.
Los sueños despiertan,
mientras estalactitas y estalagmitas
incrustan sus puntas en atropellados son sones.
No hay bailes debajo de edredones,
ni corazones pintados en arboles,
no hay besos robados,
ni apasionados tantras.
No hay reflejos de sombras
guardados en esta nueva memoria.
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