BIENVENIDOS...

ImageChef.com - Custom comment codes for MySpace, Hi5, Friendster and more donde los Garabatos
van
dejando una huella...

jueves, 30 de abril de 2009

Recuerdos de Infancia I - El Escritorio del Abuelo



Mi regalo de cumpleaños

Para mi amiga Alicia,

con quien comparti tantas cosas

en mi infancia

y que guardo en mi memoria

y corazón




La puerta de dos alas, de madera maciza y labrada dejaban paso a una habitación no demasiado grande, casi cuadrada.
En la pared de frente a la puerta y en el centro estaba la ventana, que ocupaba tres cuartos de la pared y casi hasta el techo, dos grandes puertas abrían el espacio, pero esa ventana no daba a la calle sino al hueco de luz del edificio, eso hacia que la habitación no fuese demasiado luminosa.


Las dos paredes laterales a ésta estaban cubiertas desde el piso al techo de un sinnúmero de estantes atiborrados de libros, perfectamente acomodados y seleccionados, encuadernados en fino cuero, en colecciones que por su color se distinguían, a los costados de la ventana también se alzaban sendas bibliotecas, en el escritorio se respiraba el olor particular que desprenden los libros.
Debajo de la ventana el enorme sillón de tres cuerpos de estilo chesterfield en cuero color bordeau, al lado derecho los otros dos de un cuerpo.
Al costado izquierdo de la puerta y contra la pared el enorme escritorio con su tapa deslizante que ocultaba dentro mil secretos que solo aquel día descubrimos. Era un lugar poco menos que sagrado, nos tenían dicho de todas las formas posibles que no debíamos entrar allí, mucho menos si el Abuelo estaba dentro, pero por lógica éramos muy chicas y el lugar que justamente nos atraía mas era ese.
Jugando a las escondidas con otras amigas sabíamos que ninguna entraría a buscarnos allí, porque por un misterio no demasiado develado, ellas le tenían miedo al Abuelo, así que cuando no nos tocaba contar corríamos inmediatamente a sumergirnos debajo del escritorio, no había demasiados sitio dentro para ocultarnos, o detrás de los sillones o en el hueco que formaba el escritorio en si.
Alguna vez escondida en ese sitio entro el Abuelo a buscar algo, aun hoy me pregunto si no me veía o hacia ver que no me veía, aunque en algunas situaciones estoy segura que no me había descubierto.
El Abuelo era sordo y llevaba un aparato que por aquellos años era además de la parte que encajaba en el oído del que salía un fino cable que acababa en un pequeño aparato, como una cigarrera que él llevaba en el bolsillo de la camisa o del saco pijamas.
Por esa sordera el hablaba en un tono de voz alta, que en algunas ocasiones eran casi gritos, este era uno de los temas por los que las otras chicas debían tenerle miedo.
Sumado a que su aspecto delgado, de piel traslucidamente blanca, su cabello absolutamente blanco, hacían una imagen que hoy pienso que para aquellos años de nuestra primera infancia, podrían resultar cadavéricos.
Pero para mi que no tenia abuelos, él era la representación del mío, y yo amaba al Abuelo.
Mientras sumergida debajo del escritorio contenía la respiración para que el no me descubriera cuando entraba inesperadamente a buscar algo, una vez hice un descubrimiento increíble, sobre todo para mi, tiempo después seria para los demás también.
El abuelo luego de entrar y cerrar con llave la puerta se aproximo a la estantería que quedaba detrás de la puerta cuando esta estaba abierta, y estiro su brazo hacia un libro, que tomo y buscó entre sus paginas, de el salieron billetes, dinero; tuve que llevarme la mano a la boca para ocultar un sonido de asombro que casi emití en ese momento, él coloco de nuevo el libro en su sitio, volvió a abrir la puerta y salio, creo que por unos minutos quede petrificada en el hueco del escritorio.
Era ya viejito y no vivió mucho mas, teníamos diez años cuando murió, recuerdo esa noche, el velorio, la casa repleta de gente, yo me acerque entre muchos grandes despacio al borde de su cuerpo yaciente, recuerdo que su color se había convertido en incoloro, me quede un cierto rato observándolo, hablándole en mi interior, diciéndole cuanto lo iba a extrañar, y era cierto, todavía hoy lo extraño.
Al día siguiente un entierro que no voy a olvidar, quizás porque creo que fue el primero de mi vida, una bóveda, un silencio frío de mármoles blancos, sonidos huecos, llantos a media voz, voces susurradas, ese olor penetrante, tan particular de las flores en las coronas, que se amontonaban en la entrada con esas franjas moradas con letras doradas ….

El escritorio no era el mismo, creo que nunca volvimos a escondernos debajo del escritorio, ni siquiera creo que hayamos vuelto a entrar a jugar en la habitación.

El piso se vendió, había que deshacerse de muchas cosas, yo deambulaba de una habitación a otra mientras los grandes sacaban y seleccionaban cosas, esto me lo llevo, esto se vende, esto ….
Cuando en ese deambular escucho algo que hace que reaccione:

- “Se vende la biblioteca, los libros” - …
Recuerdo que busque rápidamente a la madre de mi amiga y la lleve aparte diciéndole que tenia algo muy importante que decirle, un secreto … supongo que ella comenzó a escucharme pensando que alguna tontería infantil le iba a decir, pero evidentemente no era tal, se puso pálida, saco de su bolsillo el fuelle se echo una dosis, y me miro preguntándome :

-¿Estas segura?-

- Si, veni que te muestro-
Y arrastrándola, mas o menos, por el largo pasillo que llevaba de las habitaciones de atrás hacia el hall donde estaba la puerta del escritorio, y ya adentro de el le señale los libros en los que yo había visto que el abuelo tenia escondido el dinero, ella estiro su brazo, tomo un libro, paso rápidamente las hojas, hasta que entre ellas aparecieron billetes, hojeo otro y lo mismo, creo que en ese momento su tez blanca se convirtió en el blanco traslucido del abuelo, salio con los libros en una mano y el dinero en la otra, llamo a sus hermanas que estaban en diferentes habitaciones y relato lo ocurrido, hubo un silencio, hasta que alguien dijo:

-¡Hay que revisar todos los libros!-
De pronto la habitación silenciosa y casi mística del escritorio fue una colmena de voces y gente que iba bajando libros y otros que revisaban, las explosiones cada vez que entre las paginas aparecía algún o algunos billetes, producía una catarata de comentarios.
Era demasiado chica para saber cuanto se encontró, pero si se con certeza que fue bastante.


Pero para la sorpresa de los mas chicos esa habitación y el escritorio en si aun nos iba a deparar otra sorpresa.
Revisando los diferentes compartimientos que tenia descubrimos un sitio secreto, un hueco profundo que llegaba hasta el piso oculto tras una madera que aparentaba el fondo, allí, en ese hueco aparecieron ante nuestros ojos juegos y juguetes que algún día nos habían desaparecido misteriosamente después de no haberlos guardado en su lugar después de jugar.

El Abuelo evidentemente cuando veía alguno fuera de su sitio lo tomaba y lo guardaba ahí para darnos la lección que había que dejar todo ordenado, claro que después no nos los había devuelto, así que ese día resucitaron varios que habíamos dado por perdidos “in eternum”.

*******************


Pasaron muchos años, ya era grande y una vez al levantar mi vista hacia el piso, cosa que hacia sistemática e inconcientemente cada vez que pasaba por el edificio, para mi asombro veo colgando de varios balcones los clásicos carteles rojos con letras blancas: EN VENTA; yo sabia perfectamente que no tenia ni por aproximación lo que podía ser que pidieran por el piso, pero no me importo, era una oportunidad para volver a verlo por dentro, así que toque el timbre y pregunte si se podía ver, obviamente la respuesta fue un si, así que volví a subir por el ascensor de bronces y hierros forjados, reflejándome en el espejo biselado que cubría la pared del mismo, el trayecto era corto, se detuvo y con el un poco mi respiración, corrí la puerta interior y eche hacia delante la del piso, cerré de nuevo y parada frente a la puerta de madera maciza, pulse el timbre, me abrieron y explicándome las condiciones a las que yo no prestaba ni la mas mínima atención iban llevándome por cada una de las habitaciones, era en cierta forma para mi volver a “MI” casa, esa casa en la que yo había sido tan feliz en aquellos años, obviamente ya no era la misma, no estaban los mismos muebles, los mismos cuadros, pero lo mas importante ya no estaba la misma gente, cuando abrieron la puerta de lo que había sido el escritorio, un nudo se me formo en el estomago y me subió hasta la garganta, acaricie suavemente la puerta y desde ella deslice mi mirada hacia cada rincón, no me atreví a entrar, esa habitación era “sagrada”, era el escritorio del Abuelo, Mi Abuelo …



Safe Creative #0904303164981

3 comentarios:

DULCE dijo...

Que hermosa narracion Ana!
De golpe me fui a la casa del Abuelo, escudriñando a la par de tus palabras.
Maravillosos recuerdos, imborrables, ya que te han hecho feliz en tu infancia.
Me gusto leerte, me erizo la piel, me senti vos, cosa q no me cuesta demasiado.......
Te abrazo con el corazon amiga/gemela/hermana
Dulce/Su/Julie

Sandra Figueroa dijo...

Que bellos tus recuerdos que ahora en letras nos dejas leer. Saludos y besos desde Mexico, cuidate.-

MentesSueltas dijo...

Hola, aqui estoy con poco tiempo, pero pasando a dejar mi abrazo con la mejor energia...

MentesSueltas.